El que no lee, muere
Leer y aprender constantemente es mucho más que adquirir información: es mantener viva la mente, ampliar horizontes y evitar el estancamiento. En este artículo exploramos por qué el que no lee, muere y cómo seguir desarrollando habilidades y conocimientos puede marcar la diferencia en tu bienestar personal y profesional.
ARTICULO
Lic. Arlenys Garcia
8/20/20253 min leer


Yo siempre he pensado que leer es una de las mejores inversiones que uno puede hacer en la vida. Y no hablo solo de leer libros de psicología o de crecimiento personal (aunque esos son buenísimos), hablo de leer en general: desde novelas hasta artículos cortos, incluso esas historias que uno encuentra por casualidad en internet y que te dejan pensando.
Cada vez que leo algo nuevo, siento que me recargo. Es como tomarse un café bien fuerte en la mañana… pero para la mente. La lectura me motiva, me mantiene despierta y me abre la imaginación. Si dejo de leer por un tiempo, me empiezo a sentir medio apagada, como cuando aquí se va la luz por todo el día, en medio del tremendo calor de verano (paso varias veces hace unos días).
La lectura también me ha ayudado muchísimo con mis hijas. A veces leo artículos sobre crianza, sobre cómo manejar las emociones en los niños, o incluso cuentos infantiles que después compartimos juntas. Y créeme, ellas también me enseñan a mí. Me hacen preguntas que jamás me habría imaginado, como: “Mami, ¿y por qué Luly (nuestra perrita) tiene tantas tetillas y nosotras solo dos?“… ¿Tú te imaginas? Y yo, gracias a lo que leo, tengo al menos un punto de partida para responder sin quedarme en blanco (aunque a veces tengo que buscar la respuesta super rápido).
En mi relación de pareja también he notado una diferencia enorme. Antes nuestras conversaciones se centraban mucho en lo típico: el trabajo, los pendientes, la familia, las cuentas. Pero desde que hemos ido incorporando más lecturas, ahora tenemos temas nuevos y frescos de los que hablar. Es mucho más placentero conversar sobre algo nuevo que aprendió alguno de los dos, o sobre una idea interesante que encontramos en un artículo. Hasta nos reímos más, porque algunos textos nos despiertan recuerdos de nuestra vida cotidiana.
Una vez leí una anécdota sobre un matrimonio que siempre discutía porque uno de ellos dejaba la toalla mojada en la cama (o en cualquier lugar). Me dio mucha risa porque pensé: “¡Eso nos pasa a todos!”. El texto decía que, en realidad, el problema es de quien se molesta y no tanto de la toalla en sí. Cuando se lo conté a mi esposo terminamos riéndonos juntos de nuestras propias manías. Y es que leer nos conecta con situaciones reales, cotidianas y hasta divertidas, que también forman parte de nuestra vida.
Otra cosa maravillosa de la lectura es que despierta en mí el deseo de viajar y conocer nuevos lugares. Recuerdo que cuando leía sobre París, me imaginaba viendo la Torre Eiffel con mis propios ojos… y años después, celebré mi cumpleaños allá, siendo turista y coleccionando recuerdos. Cuando me sumerjo en historias sobre Japón, me visualizo caminando bajo los cerezos en flor, respirando esa mezcla de cultura y naturaleza. Y cuando leo sobre mi propia tierra, la República Dominicana, me convenzo de que aún me faltan muchísimos rincones por descubrir. Porque dime tú, ¿cuántos dominicanos han ido realmente a Bahía de las Águilas? Yo la conocí este verano, y me di cuenta de que muchos solo la han visto en fotos de Instagram, sin vivir la experiencia en carne propia.
Lo más lindo de leer es que siempre aprendo algo que me ayuda a ser mejor persona. A veces es una idea que me hace reflexionar, otras veces una frase que me da paz, y otras simplemente una risa que me recuerda no tomarme la vida tan en serio. Esos pequeños aprendizajes se van acumulando y me transforman.
Por eso digo, con toda la seriedad y al mismo tiempo con un toque de humor criollo, que el que no lee, muere. No porque se muera de verdad, sino porque se queda estancado, viviendo en automático, sin curiosidad ni chispa. Y vivir así es casi como no vivir.
Así que, si hace mucho que no lees, te invito a empezar aunque sea con algo sencillo: un cuento corto, un artículo en internet, o ese libro que tienes en la mesita de noche cogiendo polvo desde hace meses. No tienes que leer cien páginas al día; basta con unas cuantas que te abran la mente y te recuerden que todavía hay mucho por descubrir.
Porque leer es viajar, es aprender, es reír, es soñar, y sobre todo es mantenernos vivos, despiertos y en crecimiento.
Y yo no sé tú, pero yo prefiero vivir muchas vidas a través de la lectura que quedarme atrapada en una sola.
Lic. Arlenys García
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