Poder Emocional
El poder emocional es la capacidad de reconocer y manejar nuestras emociones para que trabajen a nuestro favor. En este artículo exploramos cómo dejar de culpar a los demás, asumir la responsabilidad de nuestra vida y tomar acciones concretas para acercarnos a la vida que realmente queremos y merecemos.
ARTICULO
Lic. Arlenys Garcia
9/22/20254 min leer


Todos enfrentamos momentos en los que sentimos que damos demasiado y aun así no obtenemos los resultados que esperamos. Ya sea en la familia, en el trabajo o en nuestras relaciones personales, a veces parece que nuestro esfuerzo pasa desapercibido. Pero lo que marca la diferencia no es solo lo que hacemos hacia afuera, sino cómo manejamos nuestro mundo interno: nuestro poder emocional.
El poder emocional es la capacidad de reconocer, comprender y manejar nuestras emociones de manera que trabajen a nuestro favor y no en contra. Y lo más importante: es un recurso que todos tenemos, hombres y mujeres, aunque muchas veces lo dejamos dormido.
Edificar empieza en nosotros mismos
Construir una vida plena no significa cargar con todo ni sacrificarnos hasta el punto de olvidarnos de quiénes somos. Significa establecer una base de respeto, claridad y comunicación. Y esa construcción empieza dentro de nosotros.
Si no sabemos qué queremos ni qué necesitamos, será imposible pedirlo o guiar nuestras relaciones hacia un lugar sano. Muchas veces esperamos que los demás adivinen lo que sentimos, pero nadie puede leernos la mente.
Un ejemplo real:
Una mujer que atendí en consulta sentía frustración porque su pareja no le dedicaba tiempo de calidad. Ella nunca lo expresaba, solo esperaba que él lo entendiera por sí solo.
Del otro lado, un hombre me decía que estaba cansado de sentir que en su trabajo nadie valoraba lo que hacía. Sin embargo, nunca hablaba con su jefe de lo que necesitaba para crecer, ni buscaba nuevas oportunidades de aprendizaje.
En ambos casos, la falta de comunicación clara y el miedo a expresar necesidades estaban afectando su bienestar.
Comunicar con respeto, no con imposición
Todos caemos a veces en dos extremos: callar lo que sentimos o decirlo de manera que hiera al otro. Ninguno funciona. El equilibrio está en comunicarnos con respeto, pero con firmeza.
Imagina estas dos escenas:
Un hombre llega a casa y le dice a su pareja: “Tú nunca me ayudas, siempre tengo que hacerlo todo yo”. Esa frase solo genera defensa y distancia.
Ahora, si dijera: “Me sentiría más apoyado si pudiéramos compartir estas tareas. Sería un alivio para mí”, la conversación cambia completamente.
Lo mismo aplica al revés: cuando una mujer en el trabajo dice: “Aquí nadie me toma en cuenta”, está generalizando y cerrando puertas. Pero si expresa: “Me gustaría participar en este proyecto porque creo que puedo aportar”, se abre a nuevas oportunidades.
La ciencia lo respalda: investigaciones de la American Heart Association muestran que la comunicación positiva genera liberación de oxitocina, la llamada “hormona de la confianza”, que fortalece vínculos en cualquier tipo de relación.
La importancia de la intimidad y la conexión
La intimidad no es solo física: también es emocional y espiritual. Hombres y mujeres necesitamos sentirnos escuchados, valorados y acompañados.
En terapia recuerdo a una pareja que llegó porque sentían que habían perdido la chispa. Con los años, entre hijos, trabajo y estrés, dejaron de dedicar tiempo a ellos mismos. Bastó con que empezaran a tener una hora a la semana solo para hablar sin distracciones para reconectar de una manera que hacía tiempo no experimentaban.
Estudios del Journal of Marriage and Family muestran que las parejas que priorizan la conexión emocional y la intimidad reportan mayor satisfacción, incluso en etapas de mucho estrés.
Autocuidado: nadie puede hacerlo por ti
Un punto que repito mucho es este: no podemos esperar que otros nos valoren si no lo hacemos primero nosotros mismos.
Ejemplo real:
Un hombre sentía que sus amigos no lo respetaban, pero cuando analizamos, él mismo no ponía límites y siempre decía “sí” aunque no quería.
Una mujer vivía agotada porque siempre priorizaba las necesidades de todos menos las suyas. Cuando empezó a decir “hoy necesito un tiempo para mí”, notó cómo los demás comenzaron a verla de manera distinta.
El autocuidado no es egoísmo: es enviarle un mensaje al mundo de que sabes cuánto vales.
La responsabilidad de nuestra vida: nadie más es culpable ni salvador
Aquí quiero detenerme, porque este es un punto clave: nadie es responsable de tu felicidad, ni culpable de tu infelicidad. Ambas son producto de tus decisiones y acciones.
Mientras más rápido aceptemos esto, más rápido empezaremos a cambiar.
No vamos a obtener resultados diferentes aceptando lo mismo, haciendo lo mismo o rodeándonos de las mismas personas que nos mantienen en círculos repetitivos.
Queremos un mejor trabajo, pero no aprendemos nuevas habilidades.
Queremos un cuerpo saludable, pero seguimos comiendo como si no importara.
Queremos estabilidad financiera, pero cada centavo que entra se esfuma porque no planificamos ni ahorramos.
Queremos relaciones sanas, pero seguimos buscando el mismo tipo de pareja que nos hiere.
No es mala suerte, es falta de acción.
Asumir responsabilidad significa entender que tenemos el poder de elegir diferente. Que si cambiamos hábitos, pensamientos y compañías, estaremos más cerca de la vida que queremos (y que nos merecemos).
El psicólogo Albert Ellis decía: “No son los hechos los que nos afectan, sino cómo los interpretamos y lo que hacemos con ellos”. Y Viktor Frankl, sobreviviente del Holocausto, escribió: “Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio, y en ese espacio está nuestra libertad para elegir”.
Ese espacio es nuestro poder emocional: ahí decidimos si seguimos quejándonos o si empezamos a actuar.
Reflexionemos juntos
El poder emocional no se trata de controlar a otros ni de reprimir lo que sentimos. Se trata de conocernos, hablarnos con respeto, asumir responsabilidad y construir desde el amor propio.
Las personas que logran mayor bienestar tienen tres cosas claras:
Reconocen lo que sienten y lo expresan sin miedo.
Practican el autocuidado como prioridad.
Asumen la responsabilidad de su vida sin culpar a otros.
Recuerda: la vida no cambia con quejas ni con sueños vacíos, cambia con decisiones y acciones nuevas.
Porque al final, el poder de transformar tu vida está dentro de ti. Y mientras más rápido lo aceptes, más rápido estarás caminando hacia la vida que deseas… y que mereces.
—Lic. Arlenys Garcia
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